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La fractura de mi alma (parte I)

  • Foto del escritor: Moni Alba
    Moni Alba
  • 9 jun 2021
  • 5 Min. de lectura

Hoy es 8 de junio de 2021, 8:01pm y quiero poner en palabras parte de la historia que aún no me atrevo a contar abiertamente. Justo hace 4 años, en una noche llena de paz para muchos, para mí era la noche que cambiaría sin saberlo el curso de la historia de Dani en este lado del Cielo. Llevábamos 9 meses luchando y dando todo por ver una sanidad. Dani llevaba 25 días hospitalizado, casi en estado vegetativo, solo abría los ojos cuando escuchaba mi voz, pero hacía mucho había perdido el habla y el movimiento de todo su cuerpo, pero esos ojos tan llenos de amor siempre me hablaban, esa era la única forma que teníamos para comunicarnos, sus ojos y la conexión tan profunda que teníamos, dos almas y dos espíritus siendo uno. En las noches nos turnábamos con su mamá para cuidarlo, la noche del 8 de Junio de 2017, era mi turno de descansar. Mi cuerpo estaba completamente agotado, no había rastro de fuerza en mi ser, Dani, por alguna razón seguía luchando por continuar vivo y a mí se me destrozaba el corazón desde que entraba a la clínica a cuidar de él, me dolía verlo sufrir.


Ese día, 8 de Junio, la psicóloga que nos había acompañado en todo ese proceso, me dijo: tienes que dejarlo ir, si Dani sigue aquí es por ti. Yo me enfurecí, ¿cómo ella se atrevía a decir que con solo yo decirle a Dani que se podía ir, pues moriría?, esa idea no me cabía en la cabeza, me parecía ilógico y claramente, aunque me dolía verlo sufrir, no era capaz de aceptar que la muerte fuera una opción, hasta ese día 8 de Junio creí que Dios haría algo, que haría un milagro y Dani saldría caminando de esa habitación como Lázaro. Antes de irme, las noches que tenía mi turno de descansar, le decía a Dani en el oído: nos vemos mañana, no te vayas a ir sin mi. Por alguna razón ese 8 de Junio no le dije nada cuando me fui, llegue a mi casa devastada de dolor y confusión y con las pocas fuerzas que me quedaban, debajo de mis cobijas y en la cama hice una oración:


Amor, no me tienes que esperar, te puedes ir.


Y con cada letra de esa oración se desagarró mi alma al poner la vida de Dani en manos de Su padre, me rendí. El acto más grande de amor que he hecho en mi vida, ha sido entregar a quien más amaba, lo que más anhelaba a los pies de quien me había confiado la vida de Dani para amarlo y servirlo. Yo no quería que el muriera, yo no quería una vida sin Dani, yo no quería que se fuera…. Mi yo egoísta lo quería aquí. Pero el estaba sufriendo, sufriendo demasiado dolor, su espíritu estaba listo para retornar a casa, pero yo no lo entendí hasta ese 8 de Junio.


Al dia siguiente, 9 de Junio, desperté muy temprano, con un vacío en mi vientre, uno que no había sentido antes y que se quedaría mucho tiempo de ahí en adelante. Llame a la mamá de Dani para saber cómo estaba, le pedí que me leyera los signos vitales, cuando escuche su respuesta, le dije que buscara al médico de piso, Dani estaba muriendo, ese era el vacío que yo estaba sintiendo, Dani estaba trascendiendo. Corrí a bañarme y alistarme rápidamente, mientras me bañaba hice una oración, Señor: recibe a Dani, no lo dejes solo, y por favor sostén mi corazón, yo solo presentía que tal vez el momento había llegado…. Corrimos con mi mamá a buscar un taxi para llegar lo más rápido posible a la clínica, no encontrábamos ningún taxi, una vecina que nos vió desesperadas nos dijo que nos llevaba, ese fue el viaje más eterno que he sentido, llamé a la mama de Dani para que me contara que estaba pasando, a ella la sacaron de la habitación y Dani quedó con un doctor y un par de enfermeros adentro, días antes yo había autorizado que en caso de que Dani tuviera un paro cardiorrespiratorio, que no lo reanimaran (esa fue su voluntad), así que si llegaba el momento, solo había que dejar que Dani partiera de este mundo. En esa llamada solo escuchaba a la mama de Dani confundida, escuchaba voces, pero no entendía nada, hasta que de pronto escuche el grito desgarrador de la mama de Dani…. 8:50am. Yo iba por el Sena de la caracas con Jiménez…. Sí, 8:50am la hora en que Dani dio su ultimo respiro en este lado del Cielo. Mi espíritu sintió su partida, no se cómo ponerle palabras a esto, pero una parte de mi también murió en ese instante.


Es tan real que eres uno solo con la persona que amas, y lo viví y lo sentí ese 9 de Junio a las 8:50am, yo sentí en mi cuerpo cuando Dani murió, lo sentí desde las 6am cuando me levanté con una sensación de tener un hueco en medio de mi estómago y vientre. El amor de mi existencia se había ido ya, solo rogaba llegar rápido para alcanzar a verlo antes de que se lo llevaran.


Cuando llegué a la clínica, corrí corrí, subí tres pisos a zancadas hasta la puerta de la habitación 403, donde varios enfermeros me esperaban, me decían tranquila, tranquila la estábamos esperando, Dani sigue en la habitación.

Entré y una luz que antes no había visto impregnaba la habitación, no era la luz que entraba por el ventanal, era una luz que enceguecía mis ojos pero que daba tanta paz, me acerque a Dani, lo miré, me arrodille a la altura de su cara y sé que hice una oración que no recuerdo, solo podía decir Dios gracias, Dios ayúdame.


Desde ese día se dibujó en mi alma una grieta, la fractura de mi alma, que ha tardado tiempo en volverse cicatriz, el dolor ha transformado completamente quien soy. La dicha y plenitud vivida con Dani, en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en lágrimas, en tristeza y desolación.

Hoy escribo esto, a horas de las 8:50 am del 9 de Junio de 2021, cuando se cumplirán 4 años de la partida de Dani, con un corazón tranquilo y en caos, con un corazón agradecido y un corazón que recuerda la noche oscura de mi alma, con un corazón que sonríe al recordar la sonrisa de Dani y un corazón que llora cuando reconoce todo el sufrimiento que ha cargado durante estos años. Tal vez esta historia resuene contigo, porque también has vivido la muerte de un ser amado por la situación que atravesamos

, y por ti, es que hoy escribo, porque hay tres cosas que necesitamos todos los que hemos sufrido: hablar de ello, pensar en ello, soñar con ello. Si lo ponemos un poco más específico necesitamos hablar de ellos, pensar en ellos, soñar con ellos. Es así como realmente sanamos, cuando tenemos la libertad de contar nuestra historia, de decirle a alguien cercano como ocurrió esa historia, quien es esa persona que perdiste y cuánto te duele no tenerla justo ahora cerca.


Yo hoy cuento parte de mi historia, escribir me ayuda a sanar, hablar sobre Dani aliviana mi corazón y conectar con el dolor de los demás trae propósito a mi vida. Hay algo que nos conecta profundamente a todos: el dolor. Y ese dolor que sientes no tienes por qué esconderlo, déjalo salir, déjalo fluir, deja que entre aire fresco a las paredes cerradas de tu alma. Las cenizas de tu alma adolorida serán canciones que mantendrán viva la esperanza. No te vas a quedar en la tumba ni en la noche oscura de tu alma, vas a resucitar y tu corazón florecerá como solo el dolor transformado puede hacer que del asfalto nazca vida de nuevo.


Con Cariño,










 
 
 

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