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Dios es mi Justicia

  • Mónica Alba
  • 17 jun 2017
  • 4 Min. de lectura

Pensando en Dani, en estos días de estar sin él, recordé que su nombre significa: Dios es mi Justicia.

En el transcurrir de nuestras vidas hemos escuchado infinidad de definiciones acerca de la justicia. El común denominador concuerda en que este término hace referencia a darle a cada quien lo que merece como resultado o consecuencia de sus actos. Justicia era ver como mis padres castigaban a uno de mis hermanos por hacer algún tipo de travesura “inocente” conmigo. Sentía que ellos estaban haciendo justicia para conmigo en esos momentos. Y así fueron pasando las experiencias en mi vida dejando tras de ellas un bagaje de palabras y significados que a mi parecer eran correctos. Sin embargo, cuando llega Jesús a nuestras vidas, es imposible ver y definir el mundo como éste mismo te ha enseñado a hacerlo (a través de lentes obscuros que distorsionan la esencia no solo de las palabras sino de nosotros mismos), pues la enseñanza y la verdad de Dios escrita en Su palabra van en contravía a lo superfluo de esta sociedad ensimismada en conocimiento vano.Y es justo en este momento, donde me encuentro re- descubriendo el significado de la vida misma, palpando a flor de piel cada letra y cada fragancia que Su palabra desborda en mi alma. He saboreado lo dulce de la miel en mis labios, pero no se compara al sabor de digerir el misterio de Dios revelado en mi corazón través de sus cartas.Hablemos sinceramente, si justicia es realmente recibir lo “merecido” como consecuencia de nuestros actos, tal vez muchos de nosotros en este momento tenemos más de lo debido, o debemos más de lo que hemos pagado.“Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron… Dios hizo todo eso para demostrar su justicia, porque él mismo es justo e imparcial, y declara a los pecadores justos a sus ojos cuando ellos creen en Jesús” Romanos 3:25-26 NTV

Leamos detenidamente de nuevo este pasaje, ¿no salta el corazón en agradecimiento al comprender esta afirmación?. Claro, todos tenemos una naturaleza pecaminosa y merecíamos pagar el precio por nuestros pecados, pero hubo uno, Cristo, que hizo justicia para con nosotros, al creer vehementemente que él tomó mi lugar y pagó precio de sangre, somos justos ante los ojos de Dios. Esa es Su Justicia. Su Justicia es mi identidad. Antes de aceptarlo como Señor y Amado, nuestra identidad era el reflejo y el accionar del pecado en nosotros, “nuestros actos de justicia, no son más que trapos sucios”, todo cuanto hubiésemos podido hacer para ser vistos como justos ante los ojos de Dios sería como las hojas de otoño que caen al pasar el viento y son pisoteadas una y otra vez.Más al aceptarlo no me ve más como pecador sino como hijo, heredero de Su reino. Él cambia mi identidad.“Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Juan 1:12

Que hace su corazón con esta verdad?. Un hurra! dentro de nosotros enmarca el contentamiento pues una vez declarados Hijo de Dios, la perspectiva de todo lo que ha sido nuestra vida cambia. Como si un día nos dieran la noticia de ser heredero del Rey de España o del Presidente de la República. Y aun si fuera así, no seriamos nada comparados a ser Hijos del Creador, de Aquel que hace de la Tierra un lienzo y con pinceladas dibuja el destino de nuestras vidas, tan llenas de colores vivos!!!. El cuadro gris que tal vez habíamos pensado era lo “predestinado” para nosotros, es cambiado por un óleo intenso de arcoíris que inundan las profundidades de cualquier vacío que pueda haber en nuestras almas, cualquier herida en nuestro corazón. Hey!! Eres Heredero de un Reino que no tiene fin, un Reino que ha venido y permanece dentro de ti. Mira un segundo a tu alrededor, y reconoce más allá del corre corre y la cotidianidad, la belleza y la fuerza con la que Dios te dice cada segundo: Te amo, eres mi hijo, he dado Todo por ti!.Esa es la Justicia de Dios para mi, para ti, para todo aquel que crea que Cristo murió por nuestros pecados. Dejamos de ser nosotros mismos, y somos UNO con él. Es un regalo, es algo no merecido, es por GRACIA que Su JUSTICIA se revela a nuestras vidas para hacernos LIBRES, libres para siempre.“Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó por mí. Yo no tomo la gracia de Dios como algo sin sentido. Pues, si cumplir la ley pudiera hacernos justos ante Dios, entonces no habría sido necesario que Cristo mueriera” Gálatas 2: 20 NTV

Y entonces, que hacemos con esa Justicia, que hacemos con esa noticia de ser Herederos del Rey, muchos la guardamos bajo el cajón, y la convertimos en algo menos que una lámpara encendida debajo del nochero. Miren a mi siervo, al que yo fortalezco;él es mi elegido, quien me complace.He puesto mi Espíritu sobre él;él hará justicia a las naciones.No gritará,ni levantará su voz en público.No aplastará a la caña más débil,ni apagará una vela que titila.Les hará justicia a todos los agraviados.No vacilará ni se desalentará hasta que prevalezca la justicia en toda la tierra.Aun las tierras lejanas más allá del mar esperarán sus instrucciones.Yo, el Señor, te he llamado para manifestar mi justicia.Te tomaré de la mano y te protegeré,y te daré a mi pueblo, los israelitas,como símbolo de mi pacto con ellos.Y serás una luz para guiar a las naciones.Abrirás los ojos de los ciegos;pondrás a los cautivos en libertad,soltando a los que están en calabozos oscuros. Isaías 42 Por gracia hemos recibido, por gracia y por amor hemos sido llamados a acercar el Reino de Dios y su Justicia a este mundo, a esta sociedad, a nuestra familia, a nuestros amigos. Demos amor sin medida, amor del que trasciende y cambia vidas, amor que un día recibimos en una Cruz y hemos olvidado sembrar, para que todos seamos como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre damos fruto a su tiempo!. Es tiempo de que los Hijos de Dios nos levantemos, la creación espera la manifestación de todos los que hemos creído en Cristo.

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